¿Somos lo que interpretamos?
Europa y la cosmovisión cristiana
Joseph H. H. Weiler, prestigioso jurista, judío ortodoxo estadounidense, plantea en su ensayo ¿Una Europa todavía cristiana? si los cristianos europeos no tienen nada que decir, en cuanto tales, sobre la construcción de la Europa del siglo XXI. Para él, la cosmovisión cristiana puede y debe arrojar luces hoy a la Unión Europea. Según Weiler, «existe el convencimiento ingenuo de que el Estado, para ser verdaderamente neutral, tiene que practicar la laicidad». Eso le parece falso por dos razones: «Si la solución se define como una elección entre laicidad y religiosidad, está claro que no existe una postura neutral tomando una alternativa entre esas dos opciones». Propone una salida «totalmente europea: no practicar la neutralidad en el sentido de excluir las dos opciones, sino el pluralismo tolerante que consiste en incluir ambas»; «reconocer tanto la sensibilidad religiosa como la sensibilidad laica».
El mundo como teatro
La idea de que la vida es un teatro se remonta a la Antigüedad, cuando el poeta romano Juvenal declaró que «toda Grecia es un escenario y todos los griegos son actores». Pero «el pensamiento en cuestión oculta más de lo que revela», afirma Richard Sennett en El intérprete (Anagrama, 2024), porque «las marcas, la iluminación y el vestuario son recursos no verbales que se utilizan en todo tipo de representaciones, al igual que la cadencia de las palabras y los sonidos, y el movimiento expresivo de brazos y pies». Todo eso contribuye a la performance. Se interpreta sobre el escenario en los teatros, pero interpretamos todos en nuestra vida diaria y, por descontado, los dirigentes políticos. El mundo es un escenario.
Trabajar en las tecnológicas no es lo que era
La mesa de pimpón, que las oficinas de Google y otras similares convirtieron en icono como símbolo de una forma de trabajar flexible, moderna y adaptada, que si bien era trabajo integraba elementos propios de los espacios de ocio, ha acabado en el trastero. El recreo ha terminado y los responsables de las tecnológicas se lo recuerdan a sus plantillas con eres y despidos masivos. Sus trabajadores ya no son intocables o privilegiados, sino «tan miserables como los demás». Esa tesis, al menos, la defiende Katherine Bindley en un artículo que publica The Wall Street Journal.
La historia sobre la base de novelas
«Los historiadores y los apasionados de la historia deberían leer más novelas». Así comienza Jordi Canal su último libro, Contar España. Esta obra, premio Estandarte 2024 al Mejor Libro de Ensayo, es toda una defensa del papel que la literatura puede jugar en el oficio de la historia. Lejos de confundir los roles del novelista y del historiador, Canal traza un diálogo entre ambos, reivindicando el poder de las novelas para recuperar al individuo, desarrollar la «imaginación moral» y reconocer el papel esencial que la escritura desempeña en el trabajo historiográfico.
Cuando ellas
El enigmático título escogido por Guadalupe Arbona, profesora de Literatura y Escritura Creativa en la Universidad Complutense, para su novela, trata de cuatro relatos de mujeres que se hacen cargo hasta el final de aquello que sucede a su alrededor. Cuatro mujeres que escuchan, atienden y se apoyan en otras personas para salir adelante y superar adversidades de forma conjunta: de esa manera, quienes ayudan son ayudadas, las que buscan y ofrecen consuelo son asimismo consoladas. Esta obra presenta un cuadro vivo de bienaventuranzas y bienaventuradas contemporáneas.